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Sabores que dividen: el plato tradicional español que fascina dentro y desconcierta fuera

España es un país con una riqueza gastronómica tan variada como sus regiones. Desde el jamón ibérico hasta el gazpacho, pasando por la paella, muchos de sus platos han conquistado paladares en todo el mundo. Pero hay ciertos manjares profundamente arraigados en la cultura popular que, aunque aquí se consideran auténticos tesoros culinarios, provocan rechazo o asombro en otros países.

Uno de esos platos es la casquería —vísceras y órganos de animales como riñones, sesos, sangre, lengua o intestinos—, presente en múltiples preparaciones tradicionales. Aunque el título suele caer sobre la morcilla o el conejo, el verdadero protagonista de esta historia es un alimento aún más divisivo: los callos.

Callos: tradición, sabor y controversia

Los callos (habitualmente de ternera o cerdo) guisados con chorizo, morcilla y pimentón son una receta clásica, especialmente en regiones como Madrid o Asturias. Se sirven calientes, con pan y cuchara, y para muchos evocan recuerdos familiares y el sabor de la cocina de abuela.

En cambio, para muchos visitantes internacionales, la idea de comer tripas animales resulta chocante, cuando no directamente repulsiva. En países como Estados Unidos, Reino Unido o Japón, estos ingredientes se asocian más a desechos que a delicias gastronómicas.

Una cuestión de cultura (y costumbre)

¿Por qué lo que para unos es un manjar, para otros es tabú? La respuesta tiene mucho que ver con la historia, la economía y la tradición. En épocas de escasez, se aprovechaba todo del animal, lo que dio origen a platos ingeniosos, sabrosos y muy nutritivos. Con el paso del tiempo, muchos de ellos —como los callos o las manitas de cerdo— pasaron a formar parte del patrimonio culinario de cada región.

La percepción sobre qué se puede comer y qué no varía enormemente de un país a otro. Lo mismo ocurre en sentido inverso: en España no es común consumir insectos, mientras que en muchos países asiáticos se consideran una fuente rica en proteínas y parte habitual del menú.

¿Repulsivo o exquisito?

La gastronomía no es solo nutrición, es también identidad, memoria y afecto. Aunque a veces choque con sensibilidades externas, cada cultura tiene derecho a defender sus sabores. Y en eso, España es experta. La clave está en probar con la mente abierta (y el estómago preparado).

Quizás los callos no lleguen a los menús internacionales con la misma fuerza que el jamón serrano o la tortilla de patatas, pero siguen siendo un símbolo de esa cocina valiente, humilde y sabrosa que forma parte del alma española.

 

¿Te animarías a probarlo o prefieres pasar de largo? En Magazin Digital exploramos más curiosidades sobre platos tradicionales que dividen opiniones dentro y fuera de nuestras fronteras.

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