España vota resistencia o cambio este 23-J

España vota resistencia o cambio este 23-J

El presidente del Gobierno ha superado muchas pruebas decisivas contra pronóstico mientras que el líder del PP se ha adaptado a la política nacional pese a su cuestionamiento inicial. Los dos políticos han aprendido a temerse durante estos meses

Se acabó el tiempo. Despreciar al adversario es un error muy frecuente en política. Normalmente se corrige cuando el rival consigue una victoria que nadie preveía. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo compiten este domingo por la Presidencia del Gobierno. Se conocen desde hace tiempo, aunque no se respetan. La opinión que ambos tienen del otro es mala. Pero, con el paso de estos meses, han aprendido a temerse.

El presidente del Gobierno ha hecho de la resistencia su principal característica demostrando la capacidad de sobreponerse a cuantos problemas muchísimos, internos y externos han ido surgiendo a lo largo de su mandato. Y Feijóo, aclamado de forma excepcional por su partido para poner fin a la crisis que desató el liderazgo de Pablo Casado, ha superado todos los cuestionamientos sobre si sería capaz de adaptarse a la política nacional con una victoria clarísima el 28M.

Este 23 de julio se va a medir exactamente eso: si Sánchez resiste, contra todo pronóstico, o Feijóo impone el cambio que ya proclama. La campaña, en pleno verano y en una fecha muy atípica para unas elecciones generales, ha tenido altibajos para todos. El PP sigue confiando en una victoria “que será muy clara”, pero las dudas sobre la gobernabilidad han ganado espacio. La izquierda ha tomado aire en la recta final y sigue confiando en una suma que, aunque suene a carambola, ya no puede descartarse. 

El desafío de los dos grandes candidatos estaba previsto para finales de año, pero la cita autonómica y municipal cambió el guion. Sánchez se ha ido dando cuenta, sobre todo tras el varapalo del 28M, de que el candidato popular le puede arrebatar la Moncloa. Convocó estas generales para sacar rédito a los pactos del PP con Vox en comunidades y ayuntamientos e interpelar así al electorado progresista: o Gobierno de coalición con Sumar o Santiago Abascal en la vicepresidencia. 

Los acuerdos con la extrema derecha le dieron gasolina unas semanas, a pesar de las dudas internas sobre si el adelanto electoral había sido una locura. Una mala planificación de cómo encararía el candidato popular el único debate entre ambos, el cara a cara de comienzo de campaña, hundió anímicamente al PSOE en la primera semana. El presidente del Gobierno volvió a ser consciente de que no podía subestimar a su rival. Pero estos 15 días han dado mucho de sí y los socialistas se han visto oxigenados en la fase final por el balance de su gestión y el miedo a un Ejecutivo que incluya a Vox. 

En el caso del PP, la sensación es que ha ido de más a menos. El comienzo de la campaña, en gran medida por un éxito inesperado en ese cara a cara, implicó una sobredosis de confianza. En las filas conservadoras no podían disimular la creencia de que “esto estaba hecho”. Todas las encuestas que manejan en Génova dan la primera posición al PP “con bastante distancia del PSOE”. Y ese hecho inapelable, dicen en el entorno de Feijóo, es con el que piensan jugar a partir del día 24. La estrategia del PP, en todo caso, nunca fue solo ganar. Desde que Sánchez adelantó las elecciones, el jefe del partido fue muy claro con los suyos: no basta con eso, hacía falta llegar sin Vox.

El fenómeno Abascal

Es el gran quebradero de cabeza para el dirigente gallego, que aún no ha terminado de comprender el fenómeno político que abandera Abascal. Puede haberse convertido en su talón de Aquiles. El PP no pudo evitar formar gobiernos con Vox en las comunidades y ayuntamientos donde su voto afirmativo era necesario (Comunidad Valenciana en coalición y Extremadura con un consejero). Pero el mantra de Feijóo, para malestar de los ultras, sigue siendo que buscará todas las vías para tener un gobierno en solitario. La primera llamada que hará, de hecho, será al PSOE. Ahí empezará una escenificación que puede conducir a una investidura o al temido bloqueo.

Sánchez, por su parte, nunca ha escondido que si puede volver a gobernar lo hará de la mano de Sumar y el apoyo externo del resto de grupos, también los independentistas, como esta legislatura. El presidente parece haber aprendido de golpe algunas cuestiones que no ha asumido en estos años: que la derecha ha construido una imagen negativa de él que ha calado entre la opinión pública, que con el recambio de Casado por Feijóo el PP podía tener una alternativa y que le han hecho daño asuntos como la ley del ‘sólo sí es sí’ y los acuerdos parlamentarios con ERC y EH Bildu. Incluso ha demostrado tener sentido del humor convirtiendo en una baza electoral el meme que llevan usando tanto tiempo sus detractores: «Perro Sánchez».

A lo largo de estos días ha tratado de corregir fallos con un ‘cambio de chip’ evidente. En Moncloa y Ferraz se asumió que el principal objetivo es evitar que PP y Vox alcancen la mayoría absoluta. Estos últimos días sus datos apuntan a un mayor porcentaje de apoyo al PSOE y a más participación del electorado progresista. Tanto que Sánchez dice estar convencido de que quedará en primer lugar y podrá formar Gobierno. Sus sensaciones podrían ser certeras y ser el único capaz de verlo o sólo la lógica de un hombre que se ha enfrentado a grandes desafíos y se ha acostumbrado a la victoria. 

Además, ha basado su campaña en entrevistas en los medios de comunicación para tratar de explicar y defender su gestión, se ha coordinado con Yolanda Díaz, ha puesto distancia con ERC en Cataluña y ha dejado a Bildu sólo en el papel de socio puntual. Si consigue gobernar una opción que apenas le conceden las encuestas ya ha avisado que la legislatura será distinta. Ha admitido el error del ruido constante en el seno de la coalición y el fallo de no comunicar los avances y dejar que Podemos transmitiera todo lo que no se lograba alcanzar en cada ley. 

Feijóo confía en el antisanchismo

En el caso de la derecha, una cosa son los deseos y otra la realidad. El sueño de Feijóo de gobernar en solitario, si es que tiene números para plantearlo, puede quedar en la nada si necesita el sí de los diputados de Vox. En los últimos días, el PP ha ido moderando su optimismo (las expectativas las mantiene), a sabiendas de que se precipitaron hablando de rozar la mayoría absoluta. Ningún sondeo público ha dado esa opción. Sin embargo, en Génova siguen contando con la carta de la sorpresa electoral: piensan que el sentimiento antisanchismo que quedó demostrado el 28M volverá a aflorar ahora

De ahí su estrategia ‘atrapalotodo’ apelando, en realidad, a votantes de todo el arco político que quieran cambio y que Sánchez salga de la Moncloa. Si ese mensaje funciona, dicen los fontaneros de Génova, podría producirse una mayoría aún más clara con una decena de escaños que bailan. Son los de las circunscripciones pequeñas (de 4 escaños o de 5). En las primeras (hay 8 provincias) el PP busca desempatar con el PSOE y hacerse con 3 de los diputados, y 1 para los socialistas. 

La campaña también ha tenido momentos de ataques muy duros. Feijóo ha criticado a Correos por la falta de recursos para gestionar el voto por correo, apelando a los carteros a hacer su trabajo “a pesar de sus jefes”. La izquierda ha agitado la antigua relación del gallego con el narcotraficante Marcial Dorado. El duelo es personal y político. Solo puede quedar uno. Y hoy se sabrá. 

Fuente: El periódico de España

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