La tecnología da (más) vida a los museos

La tecnología da (más) vida a los museos

Los centros de arte animan sus exposiciones gracias a imaginativas propuestas basadas en la realidad aumentada

El proceso digital consistente en superponer imágenes, textos o sonidos a lo que pueden ver las personas se denomina realidad aumentada. Una aplicación que opere sobre un teléfono inteligente o una tableta táctil puede lograr resultados sorprendentes. Por ejemplo, el visitante de una exposición se detiene ante una escena y, con solo sostener su dispositivo, puede acceder a una versión ampliada de los elementos físicos que tiene ante sí.

A gran escala, juegos como Pokémon Go han ayudado a popularizar este sistema. De hecho, esta propuesta de entretenimiento ha sido descargada más de mil millones de veces. No puede haber mejor demostración del potencial de esta tecnología para llegar a una gran audiencia. Mientras que la realidad virtual, que requiere aparatos como auriculares, sensores, gafas o controladores, proporciona una inmersión absoluta en un entorno artificial, la aumentada enriquece lo que los usuarios pueden ver con elementos añadidos.

Uno de los ámbitos en los que está proliferando la realidad aumentada son los museos. Se emplea a menudo para añadir explicaciones a las piezas de las muestras. Incluso cabe la posibilidad de que reproducciones de los autores o de los personajes más relevantes de las obras puedan intervenir en las narraciones o comentarios. Con este complemento, se consigue atraer a un público más amplio y heterogéneo, admiten los responsables de estos centros.

Al principio, a los impulsores de esta iniciativa les preocupaba que esta herramienta acabase aislando a los asistentes, cerrándolos en una burbuja. Sin embargo, la práctica demostró que lo que sucedía era justo lo contrario. Así fue en instalaciones tan distintas y heterogéneas como el Museo de Historia Natural de París, la Galería Nacional en Londres, el Museo Nacional de Singapur, la Galería de Arte de Ontario (Toronto) o el Museo de Arte Pérez en Miami.

Como es habitual en la extensión de la cuarta y la quinta revoluciones industriales, ha habido también polémicas vinculadas a la realidad aumentada. Una de las más destacadas fue la que se produjo en la galería de Jackson Pollock del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el conocido MoMa. En esa ocasión, un grupo de creadores reinventaron los cuadros del maestro del expresionismo abstracto… sin el permiso de los directivos del centro.

Los curadores y comisarios se esfuerzan por no eclipsar con la realidad virtual las piezas de otros artistas que permanecen ajenos a este aditivo. En general, todos se quejan del precio de esta innovación. El efecto es de lo más vistoso, pero los presupuestos suelen ser prohibitivos. En cualquier caso, gracias a este instrumento, el tiempo de observación y estudio de cada obra aumenta considerablemente.

Fuente: La Vanguardia.

Francisco Motos

Francisco Motos

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