Adicción al trabajo. pautas para superarlo.

Adicción al trabajo. pautas para superarlo.

Son los ‘workaholics’ o adictos al trabajo. Pánico, desconsuelo, culpabilidad, entre otras, son sensaciones bien conocidas por este colectivo de enfermos laborales.

Con 34 años y un hijo de un año y medio, al que sólo vio dormido, Pedro no bajaba de 15 horas de trabajo diario… y los fines de semana, “bueno, siempre quedaba algo por hacer”.

Este contable disfrutaba de un grupo de compañeros, casi tan laboriosos como él, 40.000 euros al año y un mes de vacaciones, casi siempre menos. “Estábamos en un momento delicado por la fusión y si todos se marchaban, quién se iba a encargar del cierre de ejercicio”.

Sin duda, Pedro era un adicto al trabajo. Sin necesidad duplicaba la jornada, tenía abandonada a su familia, se había vuelto despótico, huraño, le faltaba el humor. Y lo que le hizo tomar conciencia del problema, antes de que su esposa propusiera la separación, fueron los dolores estomacales y la fatiga crónica que padecía.

Matarse trabajando

El karoshi (fallecimiento por sobrecarga laboral), acaba con la vida de 10.000 japoneses al año. Un problema tan grave que el gobierno nipón se ha visto en la necesidad de obligar por ley a sus ciudadanos a tomarse 15 días de vacaciones al año.

Una enfermedad que se empieza a cobrar en España sus primeras víctimas, aunque todavía no mortales. Cada vez más empleados aquí sufren adicción al trabajo. Son estragos de una patología que puede convertirse en la mayor epidemia laboral del siglo XXI.

Difícil de diagnosticar. La adicción al trabajo (workaholic, en inglés) es una patología reciente. Como pasó con el mobbing, habrá que esperar a que emerjan casos de extrema gravedad para que las autoridades sanitarias la consideren relevante. En España, salvo un par de experiencias en investigación, no existen cifras oficiales ni estadísticas sobre esta adicción. El motivo es que el diagnóstico nunca es inmediato, suele ir precedido de la identificación de alguna otra adicción similar, de fatiga crónica, depresiones,…

Esta patología catalogada en el grupo de enfermedades del no porque el afectado siempre la niega,  ataca a grandes trabajadores, personas que disfrutan de sus ocupaciones. Son personas que encuentran mayor satisfacción en los éxitos laborales que en los de cualquier otro contexto, según señalan los principales especialistas en psicología del trabajo.

Un perfil muy amplio

No existe un perfil definido de adicto al trabajo, las características pueden variar de uno a otro. Podría hablarse de que afecta especialmente a profesiones liberales, jóvenes antes que de mediana edad y más mujeres que hombres.

Ellas tienen menos fácil el instrumentar recursos alternativos porque todavía compaginan cargas laborales y familiares. Pero, ante todo, son narcisistas e inseguros. Y tienen cierta predisposición genética.

Personas con un nivel de autoestima elevado o incluso individuos muy inseguros que necesitan los halagos a su dedicación laboral. Muchas veces, cuando se tiene una idea sobrevalorada de uno mismo, el trabajo sustenta la personalidad y la autoestima.

Los profesionales liberales suelen depositar en su trabajo expectativas laborales y personales muy altas. La medicina, la consultoría, el marketing la abogacía, el periodismo o la política son áreas con buen nivel de reclutamiento de adictos. El ama de casa es un tipo particular de estos perfiles de riesgo. El hogar es un medio tóxico del que nunca desconectan.

Al igual que otras adicciones, la dedicación al trabajo sirve como mecanismo de defensa. Es un apego patológico a la dedicación laboral para evitar conflictos internos o compensar otros externos. La persona, en el ámbito laboral, está motivada y relajada, escapa de situaciones que no sabe controlar y se refugia en su adicción. Aunque lo negará.

A la cabeza de Europa

Aunque en España todavía no abunda tanto como en Japón, los estragos van en aumento. Entre los 30 y los 50 años, se da el mayor pico de adictos, indistintamente entre hombres y mujeres, y con mayor profusión, en las clases burguesas. Desde los mandos intermedios a las altas esferas ejecutivas.

Sin embargo, la coyuntura está a punto de darse la vuelta. Según se desprende de un estudio, España es el país de la Unión Europea con mayor índice de adictos al trabajo y, paradójicamente, al mismo tiempo el menos productivo.

Las regiones donde mejor entienden el equilibrio entre tiempo libre y trabajo son Aragón y la Rioja, mientras que Valencia, Baleares, Galicia, Extremadura y las dos Castillas acogen los mayores índices de trabajoadictos. Y es que, nuestro país tiende al desorden. Los horarios de restauración y ocio son ejemplos que convierten a España en un mini laboratorio de malos hábitos, exportables a otros destinos donde hay empresas españolas.

Prevenir, antes que curar

Las acciones individuales son las más comunes. Sobre todo, técnicas de prevención del estrés y cursos específicos de formación. Dan buenos resultados los workshops o talleres de competencia emocional. Mejoran las habilidades sociales, enseñan a reducir la presión y el ritmo de trabajo y muestran cómo combinar vida profesional y privada, al tiempo que fomentan la confianza del trabajador en sus capacidades. Desde lo personal, planificar la carrera de acuerdo a un autoanálisis de fortalezas, debilidades e intereses según el grado de adicción alcanzado consigue resultados parecidos.

Apoyo en la empresa. A través de auditorías específicas, la empresa reconoce el problema como legítimo y puede prestar apoyo al adicto. Eliminar jornadas de trabajo demasiado largas, garantizar la flexibilización horaria, cuidar la distribución del tiempo, no reforzar las conductas heroicas (como trabajar 50 o 60 horas semanales o incluso más), aumentar el tiempo parcial y programar actividades deportivas. Esto es, generar políticas antiadicción desde el primer día de vida laboral.

En España, los Programas de Asistencia al Empleado (PAE) que priorizan la responsabilidad compartida entre empleado y empleador para temas de salud, seguridad y bienestar social, diseñados para trabajadores alcohólicos, empiezan a aplicarse contra el estrés y la adicción al trabajo. Sumado a esto, un grupo de apoyo de compañeros contendría al empleado.

La sociedad y la familia. Los padres de adictos al trabajo suelen construir un ambiente familiar que incrementa la probabilidad de dependencias futuras. Por eso, se aconsejan terapias grupales. Es el núcleo familiar, con sus disfunciones, el que ofrece la mejor información sobre el adicto. Los expertos recomiendan, además, campañas que adviertan de la creciente presencia de esta adicción en las empresas y que dejen en claro sus consecuencias.

Fuente Emprendedores

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