El rechazo a las pantallas, nueva tendencia tecnológica

El rechazo a las pantallas, nueva tendencia tecnológica

El 33% de los menores realiza un uso impulsivo de las redes sociales

Ante la epidemia silenciosa de la adicción tecnológica, los expertos detectan el incipiente hartazgo de parte de la española hacia los dispositivos electrónicos, la sobreinformación y el uso del ‘scroll infinito’

Un tercio de los ciudadanos ha reducido las notificaciones de sus smartphones, uno de cada cinco limita el tiempo que consume frente a la pantalla y una cuarta parte ha eliminado por completo las aplicaciones y los dispositivos inteligentes». Los datos forman parte de un estudio de tendencias de Accenture donde se analizan los aspectos tecnológicos que ocuparán a gran parte de la humanidad durante los doce próximos meses. Según los expertos consultados por elEconomista.es, ha llegado el momento de considerar la desintoxicación tecnológica como una opción a valorar por el conjunto del ecosistema para los próximos años. El denominado pantallismo, o dependencia de las pantallas, forma parte silenciosa de las patologías de miles de millones de personas en el mundo.

El mismo trabajo de la consultora estadounidense, denominado Accenture Song, pone su acento en atisbar los nuevos rumbos de la digitalización. «Esta tensión indica que la tecnología agota los recursos de las personas y su deseo de anteponer su bienestar», añaden. También recalcan que «el 31% de los usuarios afirma que las notificaciones constantes controlan su uso personal de la tecnología; el 27% dice que son los algoritmos, mientras que otro 27% cree que es la atracción del scroll interminable».

Bajo el epígrafe Error 429, Accenture alerta de los límites sobrepasados en materia digital. «La relación de la gente con la tecnología se encuentra en un momento crítico. Un 16% de los consumidores españoles afirma que la tecnología les ha complicado la vida tanto como se la ha simplificado. Esta cifra asciende al 27% a nivel global. La tecnología se siente como algo que les ocurre a ellos en lugar de actuar para ellos, como un elemento que les exige demasiado y que a menudo no consigue tener un impacto positivo en su bienestar. Además, un 63% de la muestra española no es capaz de controlar totalmente el tiempo que pasa mirando pantallas».

Los analistas de Paradigma Digital, que esta semana han compartido sus tendencias para el próximo año con los medios de comunicación, también han reconocido a este periódico el progresivo rechazo de los usuarios al denominado scroll infinito. A grandes rasgos, se trata de una herramienta habitual en las redes sociales y ciertas páginas webs en las que no existe forma de llegar hasta el final, donde unos contenidos se encadenan con otras sin solución de continuidad. Ese recurso puede mantener enganchado al usuario durante largos minutos (y horas), gracias a las técnicas algorítmicas de los propios generadores o recopiladores de contenidos.

Los trastornos en las conductas adictivas propias del pantallismo resultan especialmente preocupantes entre los niños y jóvenes, pero también entre los mayores. Las recetas para evitar este tipo de tentaciones pasan por limitar el tiempo de uso a estas tecnologías, al tiempo de sustituirlas por actividades sociales con el entorno real.

Otros estudios aseguran que un tercio de los niños realizan un uso compulsivo de las redes sociales y el 20% de los menores españoles podría considerarse enganchado a los videojuegos. Un informe de Journal of Behavioral Addictions denunció que cerca del 12% de los jóvenes de entre 9 a 18 años cumplen con los criterios de adicción digital, con síntomas conductuales como el descuido absoluto del resto de las actividades.

Frente a los anteriores datos, los analistas del mercado también aprecian en los últimos meses cierto repunte en las ventas de teléfonos móviles básicos. El nuevo atractivo de estos dispositivos no reside en lo que tiene sino en sus carencias, como el whatsapp, las aplicaciones móviles, las cámaras o las grandes pantallas. Para muchos, se trata de un primer paso para la desintoxicación digital.

Nueva generación de gadgets

El paradigma de este sentimiento de rechazo hacia las pantallas se materializa en el denominado Pin Ai, comercializado por la empresa Humane desde hace poco más de dos semanas. Imran Chaudhri y Bethany Bongiorno, principales ejecutivos de la startup californiana, proponen a los usuarios terminar con la tiranía de las pantallas con un wereable que se reduce a un pequeño pin magnético, para lucir en la pechera de la camisa, con un proyector láser diseñado para reproducir en cualquier superficie -incluida la palma de la mano- lo que podría mostrarse en un display. A eso se añade un micrófono, una cámara de 360 grados y microchip de Qualcomm capaz de abrir la puerta de la inteligencia artificial mediante el uso de la voz y la percepción del entorno.

El mismo directivo tiene claro que lo mejor de su invención, que no necesita conectarse al móvil, «consiste en hacer invisible la tecnología cuando no es necesaria, cuando conviene mirar a la gente o al paisaje en lugar de embobarse con una pantalla».

El ‘smartphone’, fuera de la mesa

No es menor el desafío de celebrar la cena de Navidad sin el ‘smartphone’ encima de la mesa. Poco a poco, las familias comienzan a tomarse en serio las recomendaciones de numerosos expertos en dependencias tecnológicas de marcar distancias con las pantallas y desatender los reclamos permanentes de todo tipo de dispositivos. En ese empeño, algo tan sencillo como alejar los terminales de la vista, con el compromiso de no atender a las notificaciones que pudieran producirse, puede resultar determinante para recordar las fiestas navideñas como unas celebraciones realmente valiosas en términos de comunicación entre generaciones. Por ese motivo, en países del norte de Europa comienza a considerarse de mala educación el hecho de situar el móvil sobre el mantel. No sólo como potencial foco de suciedad y bacterias, sino por el elemento de distracción que representa en esas circunstancias. La aparente cercanía de compartir una mesa convierte esos centímetros de un plato a otro en distancias kilométricas cuando cada comensal se ausenta del entorno para atender su móvil.

Fuente: El Economista.

 

Francisco Motos

Francisco Motos

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