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¿Mercurio en el plato? Lo que debes saber antes de comer pescado

El pescado es un alimento clave en una alimentación saludable. Su alto contenido en proteínas de calidad, grasas saludables como los omega-3, vitaminas A, D y del grupo B, y minerales esenciales como el yodo o el selenio, lo convierten en un aliado del corazón, el cerebro y el sistema inmunológico. Pero hay una cuestión que muchas veces pasa desapercibida: la presencia de mercurio en algunas especies.

El mercurio es un metal pesado que se libera al medio ambiente a través de procesos industriales y termina acumulándose en los océanos. Una vez allí, pasa a formar parte de la cadena alimentaria marina. Los peces lo absorben, y a medida que un pez pequeño es comido por uno más grande, este lo acumula. Por eso, cuanto más grande y longevo es el pez, mayor es la concentración de mercurio que puede contener.

Entre las especies más propensas a tener niveles elevados de mercurio se encuentran:

  • Pez espada

  • Atún rojo

  • Lucio

  • Tiburón (cazón)

  • Caballa gigante (no confundir con la caballa común)

  • Marrajo

  • Halibut (fletán)

Estas especies no deberían consumirse de forma habitual, y se desaconsejan especialmente en mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y en niños menores de 10 años, debido al riesgo que supone para el sistema nervioso en desarrollo.

Pero no todo el pescado representa un problema. Existen muchas opciones seguras y saludables que se pueden consumir con frecuencia, como:

  • Sardinas

  • Boquerones

  • Caballa común

  • Salmón

  • Trucha

  • Merluza

  • Lenguado

  • Bacalao

Estas especies suelen tener una vida más corta y están en la parte baja de la cadena alimentaria, lo que significa niveles mucho más bajos de mercurio, sin dejar de aportar todos los beneficios del pescado.

¿Cómo podemos protegernos sin renunciar al pescado?
La clave está en el equilibrio y en la información. No se trata de eliminar el pescado de la dieta, sino de elegir bien qué tipo consumir y con qué frecuencia. También es útil alternar con mariscos, moluscos y pescado blanco, que en general presentan menos riesgo.

En resumen, el pescado sigue siendo un alimento esencial para una dieta saludable, pero como todo, requiere una elección consciente. Saber qué especies priorizar y cuáles limitar nos permite disfrutar de sus beneficios sin comprometer nuestra salud.

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