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Ajo y perejil: el dúo que transforma tus platos (y cómo conservarlo bien)

Hay combinaciones que no fallan en la cocina, y el ajo con perejil es una de ellas. Versátil, aromática y sabrosa, esta mezcla es mucho más que un simple aderezo: es un fondo de sabor que realza carnes, pescados, verduras y salsas. Pero, ¿sabías que conservarla bien puede marcar la diferencia entre un toque gourmet y un desastre culinario?

Cómo preparar una buena salsa de ajo y perejil

La receta es sencilla, pero el secreto está en los detalles. Utiliza ajo fresco, sin brotes verdes en el centro, y perejil bien lavado y seco. Puedes picarlo todo muy fino a cuchillo, aunque un procesador de alimentos te ahorrará tiempo. Añade un buen aceite de oliva virgen extra (sin excederte), una pizca de sal y, si lo deseas, unas gotas de limón o vinagre para equilibrar sabores.

¿Quieres una textura más emulsionada? Incorpora el aceite poco a poco mientras bates, como si hicieras una vinagreta espesa.

La mejor forma de conservarla

Uno de los errores más comunes es dejar esta salsa en la nevera durante días sin protección. El ajo crudo puede fermentar o desarrollar sabores intensos si no se almacena correctamente.

Estas son las mejores formas de conservarla:

  • En la nevera, en un frasco de cristal hermético y cubierta con una capa de aceite. Así, evitarás la oxidación y te durará unos 4 a 5 días.

  • Congelada, en cubiteras o pequeñas porciones. Esta opción es ideal si preparas grandes cantidades: puedes usarlas directamente sobre platos calientes o descongelarlas poco a poco.

  • Nunca la dejes al aire libre o mal tapada, ya que el ajo fresco puede desarrollar bacterias peligrosas si no se refrigera bien.

¿Dónde puedes usarla?

Más allá del típico filete a la plancha o el pescado al horno, esta salsa tiene múltiples aplicaciones:

  • Verduras asadas: rociadas al final de la cocción para un toque fresco.

  • Marinados de carne o tofu: el ajo y el perejil actúan como potenciadores naturales.

  • Pan de ajo casero: un clásico fácil y delicioso.

  • Salsas para pasta o arroz: añade un par de cucharadas a una base de tomate o crema.

  • Aliño para ensaladas templadas: combina con patatas, judías verdes o legumbres.

Conservada con mimo y utilizada con creatividad, esta sencilla mezcla puede convertirse en tu mejor aliada en la cocina diaria.

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